viernes, 26 de febrero de 2016

El odio injustificado de algunas personas hacia otras personas

    Dicen que la sociedad ha avanzado mucho en los últimos años, pero como siempre, hay quienes se pierden por el camino y se quedan atrás.

    Entristece ver cómo aún hoy en día, unas cuantas personas en cualquier país del mundo salen a la plaza de la ciudad y se manifiestan en contra de los derechos de sus iguales. Me refiero a aquellos que protestan y se sitúan en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo o cualquiera que sea el derecho que las personas heterosexuales tengan y que a su juicio, las homosexuales no puedan tener.

“Siéntate aquí, ahora voy a decirte qué debe gustarte y a quién debes amar”


    Democracia se define como “la voluntad del pueblo” en su conjunto… Entonces, ¿qué derecho tiene una parte de ese pueblo para intentar arrebatarle a la otra parte sus derechos? Ninguno, creo yo. Pienso que en este tema no hay cabida para opiniones contrarias. Voy a explicarme para que no me acusen de dictador o de ser aquello que critico.

    Partiendo de la idea de que el amor es algo libre y que no entiende de sexos −esto es innegable−, nadie puede construir una barrera alrededor de los hombres y mujeres pertenecientes al colectivo LGTB y privarlos/as del derecho a la libertad de amar a quien deseen. Los gustos no se eligen a la carta, se nace con ellos, y aunque se tuviese la oportunidad de elegirlos… ¿qué tiene de malo el sentir atracción por personas de tu mismo sexo? ¿se está dañando al ajeno con esta decisión? La respuesta es clara: no, por supuesto que no. Entonces, basándose en la ley de “la libertad acaba donde empieza la del otro”, este asunto estaría zanjado… Pero no, porque cierta gente esto no lo entiende y aún me queda mucho por escribir.

    Los más “religiosos” dirán: “¡pero es que eso es pecado!”… ¿Acaso no ama tu Dios a todas sus criaturas? ¿no recuerdas que Jesús dijo “amaos los unos a los otros, como yo lo hice”? Responderán a esto diciendo “Pero en la biblia dice...” Eso no es más que utilizar la religión para tus propios intereses, en este caso, como una excusa para odiar a los demás simple y llanamente por sus gustos. Otros contestarán: “¡eso no es natural!” Además de que en otras especies también podemos ver un comportamiento homosexual… Aunque así lo fuese ¿eso lo hace ser algo malo o dañino? Muchas cosas son antinaturales actualmente, son creaciones del hombre, y no su condición de antinatural las hace ser malas; por ejemplo, el poliéster de tu ropa o los medicamentos que curan tu malestar. Por último, los más herméticos de mente gritarán: “¡están enfermos!” Ante semejante estupidez, no podré hacer nada más que reírme y seguir con el artículo −eso sí, a estas personas les recomendaría leer y viajar mucho−. La que sí está enferma es aquella sociedad que presume de ser avanzada, jactándose de sus dispositivos de alta tecnología o de sus descubrimientos médicos o en otros campos; pero en realidad, en lo verdaderamente importante, no ha recorrido suficiente camino.

¿Una solución?


    Es, en fin, un síntoma de que no somos tan democráticos, ni tan avanzados, ni tan tolerantes cuando un odio irracional llamado homofobia acecha a una parte de la sociedad de cualquier país. Me pregunto yo: “Si no eres libre de amar a la persona a la que de verdad quieres y formar una familia con ella, ¿cuál es el motivo por el que seguir viviendo?” Y dejo que el lector se responda a sí mismo la pregunta.

    La medicina no puede ser inmediata. Como con todos los graves problemas de la humanidad, llevará años y años, es decir, que en alguna generación futura este problema llegará a ser tan ínfimo que inevitablemente será erradicado. Podemos luchar contra esto empezando, eso sí, por nosotros y después por nuestros hijos. Interiormente reflexionemos sobre ello y cuando comprendamos que quitarle a alguien el derecho al amor es ilógico y cruel, continuemos.

    A nuestros hijos, los hombres y mujeres del mañana, tratemos educarlos con unas cuantas dosis de feminismo −que influye mucho, aunque pueda parecer que no− y amor, mucho amor. Las libertades dan origen a más libertades. No tratemos de imponerles lo que nosotros entendamos por amor, como dije ya antes, en cada cual el concepto de amor significa una cosa y se desarrollará por sí solo, como un pájaro libre, como debe ser. Mirando hacia el horizonte por la ventana del mañana, de corazón espero, que llegue el día en el que no sea necesario hablar de esto porque todo lo que hubo que decir, ya fue dicho y todo lo que hubo que hacer, ya fue hecho.

El día en el que el gobierno pretenda decidir sobre las libertades sanas individuales de cada hombre y cada mujer, habrá caído la capa de la democracia y se verán asomar sus verdaderas entrañas: las más oscuras, las más escalofriantes y terribles. En definitiva, se verán asomar las tripas viejas del también viejo fascismo.

“A veces me siento como si estuviera en el planeta equivocado. Me siento bien en mi jardín, pero cuando salgo por la puerta pienso: ¿qué demonios estoy haciendo aquí?” − George Harrison